Una vuelta alrededor del mundo
En el Campeonato Mundial de Resistencia, el equipo oficial de
Urs Kuratle está delante del taller del Departamento de
En el ya clásico videojuego descienden constantemente figuras geométricas desde el área superior de la pantalla y se tienen que colocar inmediatamente sin que quede ningún hueco. El trabajo del especialista en logística es algo parecido, pues también tiene que amontonar piezas con rapidez y sin que queden huecos. La diferencia estriba en que cuando una pieza no encaja, no es posible pulsar el botón de reinicio. El material necesario para la participación de los dos
Se oye un ruido. A unos 270 km/h aterriza en el aeropuerto de Frankfurt-Hahn el avión fletado por DHL. Es un Boeing 747, tal vez la única aeronave con un rostro tan inconfundible como el del nueveonce. La nube del caucho desprendido de las ruedas desaparece y el avión aparca. Entonces comienza un ritmo frenético. Plataformas elevadoras suben los contenedores procedentes de Weissach y apenas media hora más tarde se ha llenado ya la bodega de carga. Se dejan libres estrechos corredores para poder atar bien la carga. Aquí todo se hace con sistema, cada paso responde a una norma.
El interior de un avión no es elástico y por ello hay que aprovechar al máximo todo el espacio de carga: a lo largo, lo alto, lo ancho y en diagonal. Hay que proceder de la misma manera como cuando se llenan cajas de mudanza: abajo unos cuantos libros y encima ropa para que no pesen excesivamente. También conviene respetar a rajatabla el conocido principio de que lo primero que se vaya a necesitar en el lugar de destino debe ser también lo primero en tener a mano. Así que lo mejor es escribir en la caja lo que hay dentro y a qué habitación debe ir. Lo que pasa muchas veces es que también se introducen objetos que no corresponden y, al final, se encuentra uno revolviendo en las cajas y maldiciéndose a sí mismo porque los portalámparas no aparecen por ningún lado. Lo malo es que cuando se trata de un contenedor de tres toneladas más vale tener a mano los cables que hay que tender en primer lugar para poder comenzar el montaje.
Michael Antl y Markus Bürger son los encargados de llevar el sistema a la práctica. Antl es responsable del almacén y los preparativos. Se encarga de que todas las piezas de repuesto necesarias para los coches estén incluidas en la lista de transporte, junto con su documentación sobre el estado de desarrollo y su tiempo de funcionamiento. Por tanto, también es el responsable del transporte aéreo de las piezas que se tienen que cambiar entre las carreras transcontinentales. Como cuando hay que enviar los motores de cuatro cilindros y 2 litros a Weissach para que los revisen. «Eso lo hicimos por primera vez en el WEC de 2014. Cada componente tiene un tiempo de funcionamiento determinado, eso ya está previsto. Pero hay que ser flexibles para afrontar los casos de piezas defectuosas o daños producidos en accidentes», apunta Antl. Hay que ser previsor, pues también hay que hacer pre-reservas para vuelos entre las carreras. Y en este caso no se trata de un avión fletado en exclusiva, sino de la bodega de un avión normal de pasajeros.
Markus Bürger, responsable de transporte y logística, es el implacable gestor de las doce unidades. Para cada una hay un encargado que está presente cuando tiene lugar la carga y la descarga. «De este modo podemos estar seguros de saber cuál es el contenido y seguir una secuencia de trabajo eficiente», explica Bürger. Cada unidad tiene una placa con un número único en todo el mundo, y cada pieza embalada en su interior lleva un código QR para poder leer dónde se encuentra. Este meticuloso orden no sólo se debe al deseo de ahorrar costes y aumentar la eficiencia, sino también a la obligación de proporcionar la información necesaria en la aduana. El equipo de
Las sustancias tóxicas como colas, resinas, aerosoles, o las baterías de ión litio para la innovadora tracción híbrida del
Hay determinados componentes que se transportan por barco. Por un lado, resulta mucho más económico, pero por otro también incomparablemente más lento. El material que se embarca en agosto no regresa hasta enero y además se envía por duplicado y hasta por triplicado, puesto que las enormes distancias hacen necesario que haya tres juegos iguales de piezas navegando por los mares del mundo. Se embarcan piezas relativamente baratas pero muy pesadas, tales como postes para cordones separadores. En lugar de enviar por avión 20 de estos pesadísimos postes, se compran 60 y se transportan por barco junto con sillas, paneles o líneas de alimentación para los garajes.
Y ahora concentración. ¿No se ha olvidado nada? ¿Y los coches de carreras? Los dos bólidos van amarrados a los racks extra para coches, reducidos a lo esencial: se han vaciado todos los líquidos, las piezas frágiles como retrovisores exteriores y alerones se han embalado por separado y, a modo de zapatillas para el viaje, se utiliza un juego de neumáticos ya usado, cuyo peso se ha calculado y planificado previamente. El chasis de repuesto –un monocoque sin soporte de ruedas ni ejes– se embala en una caja.
Los motores ya están otra vez en marcha y la pista libre para el despegue. El Jumbo jet acelera, despega y se va haciendo cada vez más pequeño. En la contrarreloj de logística, la salida constituye la meta.
Texto Heike Hientzsch
Fotografía Victor Jon Goico
Las rutas
Más de una vuelta alrededor de la tierra es la distancia que recorre en avión y en barco la carga del equipo