Porsche - Keep on Rolling

Keep on Rolling

El Museo Porsche no es un museo cualquiera, ya que para un Porsche la edad es todo lo contrario al retiro. Los testimonios móviles del pasado son los activos del Museo sobre ruedas. Sus actuaciones son los comprobantes de su eterna juventud.

Un Porsche histórico es mucho más que un coche antiguo. Lleva consigo aquellos sueños y recuerdos que fascinan también a las personas jóvenes. Son vehículos a los que la vida diaria en las calles o los circuitos de carreras han marcado, pero no han roto. Cuentan historias de victorias y, con menos frecuencia, también de derrotas. Del sudor y de la soledad de los héroes en la cabina del piloto y de las lágrimas de los perdedores; del rugido del torturado motor o del calor que desprende la maquinaria del motor. Después de décadas siguen oliendo en el presente a caucho y gasolina. Es el perfume de los Porsches históricos.

Allí donde actúan, hacen mella entre las personas, que quedan fascinadas por la tecnología de los históricos bólidos de carreras y por los rugidos y los chirridos de los motores. A algunos les recuerdan la propia juventud, cuando soñaban con un 356, un Speedster, un nueveonce o un Targa, y ahora se reencuentran con estos automóviles del Museo sobre ruedas. La cifra de sus fans es cada vez mayor. Los amigos de Porsche y los vehículos de Porsche se encuentran por casi todo el mundo, como se puede ver en los siguientes ejemplos.

Es finales de junio y el sol reluce. Algo poco habitual para el sur de Inglaterra. Todos esperaban lluvia, lo que tampoco habría estorbado demasiado, ya que en el Goodwood Festival of Speed, con independencia del clima, las rachas de viento se llevan fuera del circuito las nubes de gases de escape y el polvo. Han llegado al encuentro de antiguos coches de carrera y de sus no tan jóvenes propietarios más de 150.000 personas. Siguiendo la tradición no faltan las mujeres jóvenes.

Cambio de escenario: todos los años, en la costa californiana de Monterey, un fin de semana de agosto se decreta el estado de excepción. Medio millón de personas acuden a la cita de los diamantes del automóvil y de los orgullosos multimillonarios en Pebble Beach, en el campo de golf de Quail, en la romántica localidad costera de Carmel-by-the-Sea y en el circuito de Laguna Seca, en la colina desértica del interior. Cuando abajo, en la costa, la fina niebla todavía está fil­trando la luz solar, en el circuito de carreras la cosa está que arde – en el sentido figurado. En estas especiales curvas, el deporte del automovilismo renace durante dos o tres días, con los fuertes rugidos de las máquinas y el olor de los gases de escape, siguiendo la tradición de la velocidad. Los antiguos bólidos, así como sus conductores, rejuvenecen.

Pero aún hay rutas más duras, o por lo menos a más altura. Por ejemplo en julio en las montañas de Estiria. El rally Ennstal Classic comienza con una prueba de montaña en Stoderzinken, y continúa al día siguiente con una maratón de 421 kilómetros. En esta región austriaca no sólo los automóviles se quedan sin aliento. La mayoría son maravillosos coches deportivos que, por sentirse más cercanos a la naturaleza, llevan la capota abierta. También se trata de ver y de ser vistos, con conductores elegantes acompañados por ágiles damas. Los espectadores, en particular durante el desfile del Grand Prix de Gröbming, experimentan el maravilloso mundo sobre ruedas del pasado como un fascinante encuentro en el presente. La Ennstal Classic tiene una desenvoltura ordenada, simplemente maravillosa, y como quien no quiere la cosa, está patrocinada por Porsche.

No existe una lista de hits vinculante de los, según los cálculos, más de cien rallys y carreras clásicas, concursos de elegancia o carreras de fiabilidad y regularidad. Los eventos, breves pero intensos, cumplen una función representativa. En el ranking de fascinación se pueden anotar además la Mille Miglia, que desde 1977 firma como carrera de vehículos históricos, y también la carrera histórica de Le Mans, en Alemania la histórica Sachsen Classic, la refinada Schloss Bensberg Classics, la todavía joven Paul Pietsch Classic, o la exótica Top City Classic Rally China. Todos ellos acontecimientos de muy diverso carácter, pero con un contenido común muy valorado por los amantes de los clásicos: Porsche siempre está presente, con vehículos históricos que se han albergado, cuidado, restaurado y puesto en reserva en los talleres del Museo Porsche únicamente para estos acontecimientos.

Por su concepto forman parte de la flota de vehículos y constituyen la esencia del Museo sobre ruedas. Un término que demuestra que los deportivos antiguos e históricos poseen todavía la suficiente vitalidad para participar en actua­ciones exigentes incluso tras una larga vida como automóvil. El Museo sobre ruedas, dice Achim Stejskal, director del Museo Porsche y relaciones públicas de eventos históricos, es casi un segundo museo, un museo móvil para acontecimientos que surge de las existencias permanentes según las necesidades: «Nuestra exposición está en un continuo proceso de transformación, siempre hay algo nuevo por ver. Casi todos los automóviles del Museo están listos para arrancar». Con ello, Porsche quiere y puede demostrar la longevidad y competitividad también de los productos históricos, en los circuitos o en rallys que no han exigido poco a estos automóviles, que suman muchos años sobre sus espaldas. Pues suele suceder también que los profesionales de antaño vuelven a ocupar sus puestos al volante y no han olvidado el grado de motivación que provoca la potencia de 441 kW (600 CV). Los modelos que se necesitan para los diferentes acontecimientos, por ejemplo el elegante 911 2.0 de discreto color beige o el 917 K, vencedor de Le Mans en 1971, se recon­ducen de la sala de exposiciones al elevador, se inspeccionan en la fábrica, se presentan en el evento, se cuidan, y luego vuelven a su lugar en la exposición permanente. La colección de Porsche cuenta con cerca de 520 vehículos, no todos para el público, más bien como reserva y como testimonio de fondo de la importancia de la conciencia histórica.

Alexander E. Klein dirige la gestión de vehículos del Museo Porsche. No es precisamente un trabajo tranquilo. En 2013, el año del aniversario del 911, por ejemplo, el trabajo se le acumulaba, pues se tuvieron que preparar en total 128 nueve­onces diferentes. Klein es responsable de ordenar y registrar los testimonios históricos de épocas deportivas, y lleva una estricta contabilidad de los tesoros móviles. Algunas estadísticas muestran que estos tesoros cada vez se utilizan más en eventos en movimiento: de todas las existencias, prácticamente más de 200 ejemplares están preparados para la circulación. Cuando no están de servicio en el Museo, están fuera, lo que ocurre cada vez más a menudo. En 2011, estos automóviles museísticos de Porsche salieron en 132 ocasiones y en 2013 fueron 235 los acontecimientos en los que Porsche participó con sus vehículos. Un experto y tres especialistas técnicos se encargan del bienestar de este particular parque móvil. En caso de necesidad reciben el apoyo de Porsche Classic, de la fábrica, así como del departamento de deporte del motor histórico.

Las actuaciones de los Porsche históricos son tan auténticas como la marca, tanto en la carretera como en el circuito de carreras. Su mensaje es la capacidad de vivir y de circular. Una muestra sobre ruedas de la fascinación Porsche.

Texto Wolfgang Peters


«El año que viene volveré a pilotar»

Wolfgang Porsche sobre su pasión por la histórica Mille Miglia y la Ennstal Classic.

El Presidente del Consejo de Administración de Porsche descubrió su debilidad por los acontecimientos Classic más bien tarde. «Este año ha sido el primero en el que he participado en la Mille Miglia», confiesa Wolfgang Porsche, «y mi hijo Ferdinand era el copiloto». Unos amigos le recomendaron el rally italiano de vehículos clásicos con tal insis­tencia que el hijo menor del fundador de la marca Ferry Porsche no pudo hacer otra cosa que buscar inmediata­mente un copiloto con talento y un vehículo adecuado.

«Nos decidimos por un 356 Speedster del Museo Porsche y nos pareció oportuno obtener también el correspondiente número de salida 356», continúa narrando Porsche. La mención Porsche en Porsche es muy poco usual en las carreras de vehículos clásicos, pues la familia Porsche por lo general disfruta con discreción su afición por los automóviles clásicos.

Entretanto, Wolfgang Porsche colecciona con esmero las joyas de la familia. Desde el 356 «America Roadster», pasando por tempranos y raros Speedster y 550 Spyder hasta el primer 918 Spyder vendido, su colección de automóviles deportivos de Porsche es tan completa que actualmente incluso las primeras construcciones de su abuelo Ferdinand Porsche completan la cartera, como por ejemplo el Egger Lohner eléctrico del año 1898 y un Austro-Daimler «Bergmeister» Cabriolet de 1932.

Porsche hizo restaurar el Austro-Daimler con tal perfección que el cuatro plazas descapotable con pintura blanca gris causó furor en 2011 en el Concours d’Élégance de la califor­niana Pebble Beach. Al fin y al cabo, tras varias décadas como invitado de honor de los desfiles norteamericanos de Porsche conoce muy bien la meticulosa ansia de perfección en eventos de este tipo en el mercado de automóviles deportivos más importante para Porsche.

En su época de estudiante Wolfgang Porsche cultivó el talento para la conducción heredado de su abuelo y de su padre en las denominadas yincanas, competiciones de habilidad contrarreloj, para dejarlo después ligeramente de lado para dedicarse a su carrera profesional. Este talento no lo ha vuelto a recuperar hasta el siglo XXI.

La competición de vehículos clásicos Ennstal Classic es considerada desde hace mucho tiempo el rally clásico más deportivo de los Alpes. Se convoca en Austria, y el punto de partida y de llegada, Gröbming, en el estado federado de Estiria, está prácticamente a un tiro de piedra, es decir, a unas dos horas de viaje de la sede familiar de ­Porsche, el Schüttgut en Zell am See. «Este ha sido el octavo año en el que he participado en la Ennstal Classic», explica Porsche en relación con el origen de su actual pasión por la Cla­ssic. «Simplemente, este rally atraviesa paisajes preciosos y se adapta a la perfección a Porsche, a nuestros depor­tivos y a la empresa». Y con un espíritu competitivo preciso, pero no por ello menos desenfadado, apunta: «Mi copiloto Horvath y yo obtuvimos esta vez el puesto 73 entre los casi 300 participantes».

En su primera Mille Miglia la tripulación Wolfgang ­Porsche/Ferdinand Porsche logró igualmente colocarse con el Porsche 356 Speedster en el primer tercio de cabeza. «Lamentablemente soy un mal copiloto y en marcha soy incapaz de leer el roadbook, por lo cual fue mejor que mi hijo Ferdinand condujera en los trayectos largos de conexión, como por ejemplo del Adriático a Roma pasando por las montañas», explica Porsche el reparto de tareas.

No obstante sobró tiempo suficiente para poder experimentar los puntos flacos de este evento heroico italiano que se prolonga cuatro días: «La Mille Miglia también es una carrera estresante», constata Porsche. «Por lo general comienza muy temprano y se llega muy tarde al destino. Llegamos a Roma a la 1:30 de la madrugada y a esas horas había todavía anunciada una escolta policial para un recorrido por la ciudad». Pero lo que es la vida: exactamente a esa hora tardía –o temprana– la policía estaba en huelga. «Me llamó la atención que por una parte se conduce bastante deprisa, pero por otra los participantes tienen que hacer largas colas esperando algun control», analiza el Presidente del Consejo de Administración, para aclarar a continuación: «Está muy bien llevar acompañantes profesionales, como el equipo de nuestro museo, cuando llegamos tarde y tenemos que volver a salir muy pronto. Pero es de extrañar que con este espectáculo de cerca de 500 participantes sucedan tan pocos accidentes. La Mille Miglia es agotadora, pero divertida. 
El año que viene volveré a participar».

Para Porsche conducir modelos clásicos de Porsche ha sido siempre un asunto muy importante del que se ocupa no sólo públicamente. Wolfgang Porsche posee una acreditación especial para circular por la Grossglockner-Hoch­alpenstrasse, sobre la montaña más alta de Austria, que se puede divisar desde su Schüttgut, «para poder conducir por allí cuando quiera con los automóviles de mi colección».