En el nuevo Porsche Panamera también el eje trasero interviene en la dirección.
El jefe es muy directo. Indica qué hay que hacer, y el resto se adapta. En el chasis de un automóvil el jefe es la dirección del eje delantero. Pero el jefe máximo del coche sigue siendo el conductor. Sus órdenes son trasladadas a la práctica por la compleja dirección. En el nuevo Gran Turismo de Porsche se ha mejorado el resultado: en comparación con un Panamera sin dirección trasera, los desarrolladores de Porsche de Weissach han configurado una dirección un 10% más directa. Este aumento de la agilidad se nota en cada situación de conducción.
Por lo general este diseño tiene un inconveniente. La dirección, que reacciona sensiblemente al más ligero toque, tiende a ponerse nerviosa a gran velocidad. Eso no ocurre en el Panamera, donde el jefe del eje delantero da las órdenes a su asistente, el eje trasero direccional, que se puede adquirir opcionalmente. Este se ocupa de que a más de 70 km/h las ruedas traseras también giren en la misma dirección que las ruedas delanteras, solo que, con un ángulo máximo de 1,5 grados, en un rango mucho menor. Un pequeño ajuste con grandes consecuencias, ya que amplía virtualmente la distancia entre ejes de la limusina deportiva. De este modo, el automóvil gana estabilidad sobre el terreno también en cambios rápidos de carril. Y en las rectas, el eje trasero direccional retiene mejor al vehículo en la vía. Los ingenieros lo llaman «disminución de la tendencia de guiñada».
Pero aquí no acaba el trabajo del asistente. Porque naturalmente el potente Panamera también se mueve a velocidades reducidas. En este caso lo que se requiere es maniobrabilidad, por ejemplo al aparcar. Entonces el eje trasero direccional se sitúa hasta 2,8 grados en dirección contraria al eje delantero, con lo que se reduce virtualmente la distancia entre ejes, y con ello, la circunferencia de giro en 60 centímetros, con lo que en la práctica se consigue una maniobra de aparcamiento más elegante. Generalmente hablando, aumenta la agilidad del vehículo a bajas velocidades.
El eje trasero direccional no es del todo nuevo en Porsche. Su eficacia ya se demostró en el 911, pero para el Panamera se ha modificado el sistema. A diferencia del 911, aquí no se ponen en acción dos reguladores por separado, sino un actuador central que transforma impulsos eléctricos en un movimiento mecánico. Está situado directamente detrás del eje trasero por encima del diferencial y realiza el movimiento direccional con la ayuda de un husillo de dirección. Mediante una barra de acoplamiento está conectado en ambos extremos con las manguetas de las ruedas.
El ajuste electrónico con el vehículo es como mínimo tan importante como el mecánico. Un controlador en el actuador central intercambia continuamente información con otros aparatos de control: la velocidad de conducción, el ángulo del volante o la aceleración longitudinal y transversal. En base a las señales recibidas, el controlador calcula en fracciones de segundo cuál es el ángulo direccional adecuado para las ruedas traseras. El sistema reconoce incluso cuándo un conductor hace derrapar el vehículo a propósito y entonces se inhibe discretamente. Pero a pesar de la importancia de la electrónica, el verdadero jefe sigue siendo el que se sienta al volante. Y cuando el jefe quiere que el coche sobrevire sin peligro, este sobrevira.
Texto Johannes Winterhagen
Ilustración ROCKET & WINK