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37ª edición del Rally de Montecarlo, 25 de enero de 1968.
230 equipos procedentes de toda Europa parten hacia el Rally de Montecarlo en enero de 1968. Como de costumbre, algunos quedan eliminados en la etapa de concentración que lleva al Principado de Mónaco. La criba continúa en la Costa Azul, y finalmente 60 equipos inician la etapa más terrible y con peor fama del mundo del rally: la «noche de los cuchillos largos» en los helados Alpes marítimos.
El primer automóvil en tomar la rampa de salida ante el casino de Montecarlo es el Renault Alpine de Gérard Larrousse, que encabeza la clasificación, seguido del piloto oficial de
La primera prueba especial la gana Pauli Toivonen, compañero de equipo de Elford. Larrousse es el segundo más rápido y amplía aún más su ventaja sobre Elford. ¿Puede aún el británico llevar su 911 naranja a la victoria? ¡En este contexto, 31 segundos de desventaja son una eternidad! ¿O ya no hay esperanza? El londinense no se rinde. La siguiente prueba atraviesa el Col de la Couillole. Elford pelea con todas las fuerzas que le quedan a él y su vehículo. «Quick Vic», como le llaman en su país, se supera a sí mismo y saca 51 segundos de ventaja a Larrousse. El cronómetro se para a los 17:27,00 minutos.
Pero aún no ha ganado. Todavía no. Quedan dos recorridos más por el Turini, y también Larrousse es un luchador. Sale el primero y lo arriesga todo. Los papeles se han invertido y el cazado se convierte en cazador: el francés debe recuperar 20 segundos. También Elford conduce minuciosamente. Sin embargo, la decisión no está en manos de ambos pilotos: 200 metros por debajo del puerto son los espectadores quienes ponen fin al duelo. Han vertido paladas de nieve sobre la carretera. Larrousse pisa a toda pastilla el resbaladizo parqué, pierde un momento el control de su Alpine, y termina impactando contra un muro. Eliminado.
Elford gana.
Texto Thorsten Elbrigmann