Poesía de la precisión
Alfredo Häberli, un nombre que lo dice todo. El temperamento sureño se combina con la funcionalidad suiza. A partir de esta simbiosis, el diseñador crea fascinantes interiores, accesorios y escenografías. Estética de altos vuelos para los momentos más cotidianos.
Es una sensación como de Navidad: vemos por todas partes objetos de fino diseño que querríamos tener o regalar. Todos ellos llevan la firma de Alfredo Häberli: su pasión y su inspiración. Si enumeráramos aquí solamente las piezas más importantes, estaríamos escribiendo hasta mañana. Nos aproximamos al diseñador a través de un pequeño objeto que es uno de sus grandes logros: se trata de un cuenco. Pertenece a la amplia serie de vajilla Origo de la marca finlandesa Iittala. Häberli le confirió al recipiente un alegre diseño de rayas de colores que da vida de forma inconfundible a mesas en todo el mundo. Si el cuenco fuera un vestido, sus rayas se podrían atribuir fácilmente al diseñador de moda británico Paul Smith. Sin embargo, el diseño de Häberli oculta muchos otros aspectos: mientras que sus raíces sudamericanas se expresan en la riqueza de colores, los cuencos, los platos y los platillos de café también se pueden apilar para ahorrar espacio y sirven como recipientes sostenibles para almacenar los alimentos. Esto refleja el componente racional de Häberli. Escuela suiza: lo práctico es importante.
Cosechó un éxito aún mayor con otro producto para el mismo cliente: el juego de copas Essence. Espontáneamente, Häberli se sienta en su mesa de trabajo con papel y lápiz y reproduce el clásico en dos o tres trazos perfectos. Podría decirse que las copas destacan por una especie de suave angulosidad. Hace ya veinte años que creó ese diseño y aún hoy sigue siendo un éxito de ventas. Häberli, a sus 57 años, nunca deja de dibujar. Hace poco diseñó una vajilla a juego con las copas. La galería de diseño de la marca finlandesa presentó en 2021 en Helsinki una exposición de sus objetos. La superficie de presentación fue enorme, todo un mar de formas y colores.
Esta historia tan exitosa no se intuía necesariamente cuando el joven Alfredo emigró con sus padres desde Argentina a Suiza en 1977. Sus antepasados, tal como se puede deducir por el apellido, tenían su origen en la república alpina. En la mochila, el adolescente llevaba su coche de Matchbox favorito, el n.º 14, un Iso Grifo. El elegante coupé deportivo de finales de la década de 1960 era un diseño de Giorgio Giugiaro para Bertone. «Creo que la fascinación por la forma de ese juguete es uno de los motivos por los que me hice diseñador», reflexiona Häberli. Su conexión especial con los coches le viene prácticamente de cuna: nació en Córdoba, a solo unos kilómetros del circuito de carreras Autódromo Oscar Cabalén.
La carrera de Alfredo Häberli ha discurrido en línea recta y con la precisión de un reloj suizo. Terminó con mención honorífica la carrera de diseño industrial en la Escuela Superior de Diseño de Zúrich. La manera en que le gustaba transmitir su entusiasmo por las formas ya en aquel entonces le permitió establecer rápidamente contactos, entre otros, con el sector de los muebles. Para ello, es posible que su presencia imponente también le haya servido de ayuda: Häberli podría trabajar como modelo, y de hecho lo hace de vez en cuando. «Pero más por diversión y por estar con buenos amigos», matiza. Precisamente este talento dio pie a uno de los giros más hermosos de su vida: «En Zúrich, los diseñadores industriales teníamos las clases en la segunda planta, mientras que en la quinta estaban los diseñadores de moda. Nunca tenían presupuesto para sus presentaciones, así que les construimos pasarelas y directamente me tocó también desfilar», recuerda Häberli. «En las plantas intermedias estaban las clases de diseño gráfico, y allí conocí a mi mujer Stefanie». De eso hace 33 años. Sus dos hijos ya son adultos. La pareja también ha realizado proyectos de diseño conjuntos.
La inspiración de los coches ha sido una constante en la obra de Häberli, y sobre todo ha interiorizado para sus trabajos los principios de diseño del
El 911 de Häberli es un coupé antiguo de la serie G del año 1976. «¡No tiene nada que no sea necesario!», afirma entusiasmado por las líneas del coche. «Solo así es posible aproximarse a la forma perfecta. El 911 es sencillamente insuperable». También le sedujo la combinación entre el color exterior y el interior: «El color de la pintura se llama “diamante platino”, un tono dorado que también puede adquirir un brillo plateado según la luz», afirma entusiasmado. En el interior hay cuero artificial marrón y beis que contrasta con franjas de tweed. «¡Una combinación muy inusual!»
No importa si se trata de vehículos, de paisajes o de un casco de hockey sobre hielo que despierta actualmente su fascinación en la estantería, Häberli lo observa todo detenidamente. Así se ponen en marcha siempre nuevas ideas en su cabeza. «Observar», explica, «es la forma más hermosa de pensar». En su estudio, profundiza en estas reflexiones para crear productos inteligentes con personalidad.
Parte de su inspiración incluso se logra perpetuar en el nombre del producto. El pintor cubista Paul Klee afirmó con cierto humor: «Dibujar es el arte de sacar una línea a pasear». No ir de A a B, sino más bien vagabundear como un perro o planear como un ave. Häberli le dedicó a esta famosa cita el nombre de su sillón Take a Line For a Walk. Lo diseñó en el año 2003 para la marca vanguardista italiana Moroso. Y también este cómodo sillón con su acentuada línea lateral se considera todo un clásico desde hace mucho.
En su estudio en la ribera este del lago de Zúrich, Häberli trabaja con un pequeño equipo. «Solo somos cuatro». Contrata temporalmente a diseñadores freelance para grandes proyectos, como el interiorismo del 25hours Hotel Zürich West, que diseñó junto con su esposa, o para estudios sobre la movilidad eléctrica.
«Observar es para mí la forma más hermosa de pensar.»
Tras una escapada en el 911, ahora toca sacar de nuevo las líneas a pasear. Alfredo Häberli se vuelve a sentar en su mesa. Ha diseñado él mismo hasta el propio lápiz que utiliza: el portaminas de colores es un nuevo modelo de la marca suiza Caran d’Ache. Con él garabatea entre los continentes de su vida. Quizá esté surgiendo en este mismo momento un futuro clásico.
Texto Robert Hofman
Fotografía Christian Grund