El modelo
El 911
Se abre el portón, vemos a André Lotterer y el 911
«Christophorus» o San Cristóbal, patrón de los viajeros, nos fue propicio también en este encuentro. En efecto, la búsqueda de uno de estos raros 911 no solo nos llevó a la región Provenza-Alpes-Costa Azul en el sur de Francia, donde Lotterer ha encontrado un oasis de calma lejos de los circuitos, sino también a un modelo RS con un número de chasis muy especial: el 0027.
La vida de un piloto
El anfitrión nos espera junto al portón del garaje con una gran sonrisa. Acompañados por el incesante canto de los grillos y dos alegres perros labradores, paseamos por el amplio terreno para que, poco después, Lotterer nos sirva un capuchino con leche de almendra y nos permita admirar los numerosos objetos de su carrera automovilística que tiene expuestos en la casa el piloto de 40 años: cascos en estanterías, fotografías de muchos circuitos del mundo y brillantes copas doradas de Le Mans. En 2011, 2012 y 2014 se hizo con la victoria en el legendario circuito de resistencia, en su momento todavía en el Audi Sport Team Joest.
Lotterer se deja caer en el sofá de cuero. Ayer mismo estuvo en el Goodwood Festival of Speed, donde se anunció su llegada al equipo LMDh de
«Ir en el RS 2.7 es como viajar en el tiempo.»
Sin embargo, a título personal le da preferencia a los sueños de la infancia. «Un 911 clásico es como un viaje en el tiempo», afirma mientras su mirada se empieza a iluminar. En efecto, entre Goodwood y Marrakech hoy tiene otra cita automovilística en su agenda. El RS 2.7 ya espera.
Poco después, nos encontramos de nuevo a 35 °C en un campo de lavanda de unas dos hectáreas y admiramos el raro ejemplar de RS. Lotterer vio por primera vez el coche con número de chasis especial en 2012 en una subasta dentro de Le Mans Classic. Aquel día no apareció ningún comprador y el coche volvió a su dueño sin subastarse, así que Lotterer decidió pujar más tarde. «En Le Mans aún me pudo la timidez», relata. «Pero ya no podía dejar de pensar en aquel coche». A través de un amigo distribuidor que conocía al propietario tuvo una segunda oportunidad. «De aquella, el RS estaba pintado en verde y tenía llantas amarillas», recuerda. «Anteriormente el coche había tenido un dueño suizo que lo había adaptado para carreras de montaña». Lotterer había investigado a fondo, ya que el 911 debía ser idéntico al que se fabricó con el número de chasis 0027 precisamente un 27 de octubre de 1972.
El nacimiento del icono
Ya han pasado 50 años. En aquel momento, el gerente técnico de
En el número 119 se escribía en Christophorus: «¡Menuda bestia de la velocidad! De 0 a 100 en 5,8. 2,7 litros con 210 CV, pero ideal para la carretera. Gran anchura. Y con finura aerodinámica: un alerón trasero que aporta por sí solo 5 km/h de velocidad punta». El peso del coche de construcción ligera era de solo 960 kilogramos. En la versión homologada, el 911 solo podía pesar un máximo de 900 kilogramos. Así, el primer coche de serie del mundo con alerón frontal y trasero se presentó el 5 de octubre de 1972 en el Salón del Automóvil de París. La moda se desató y en tiempo récord se vendieron todos los ejemplares. Por tanto, se fabricaron otros 500 RS 2.7, pero no dejaban de llegar fieles clientes que expresaban su descontento por no poder tener en su garaje uno de aquellos codiciados coches. Fue un éxito que nadie había esperado: hasta el final del año de fabricación 1973 se crearon 1580 ejemplares del 911 con la «cola de pato». Divididos en cuatro variantes ya que, además de los 17 vehículos básicos,
En el RS por la Provenza
André Lotterer conduce ahora uno de esos Touring RS colina arriba hacia Gordes. Desde el siglo XI, el pueblo está marcado por la imagen del imponente Château de Gordes, una fortaleza que domina sobre los tejados de los edificios no menos antiguos. En el mercado se ofrecen especialidades regionales, como queso, pralinés y bolsas con flores secas de lavanda. Aquí, ante esta imagen por antonomasia de la Provenza, estamos rodeados de historia, vamos en el legendario RS y nos sentimos como en otra época.
«La restauración duró nueve años», relata Lotterer mientras los transeúntes se giran para admirar el llamativo objeto naranja. «Pero el estado original es imprescindible para mí». Es decir, había que incorporar un volante original y también asientos clásicos. Se quitó la pintura verde, se metió la carrocería en un baño catódico y se envió el motor a un especialista a Bélgica. Y hubo que cambiar el alerón trasero. «Tenía uno, pero era una imitación», sentencia Lotterer. «Naturalmente, eso no puede ser». Ahora vuelve a lucir en la parte trasera una «cola de pato» original. Y el RS se encuentra de nuevo en su estado inicial, naturalmente con su color naranja sanguina primigenio. ¿Realmente del todo? «Bueno, no del todo», reconoce el piloto con una sonrisa pícara. «Quería un poco más de sonido». Lotterer acelera saliendo de la ciudad que, con la caída del sol, exhibe su faceta más pintoresca. «¿No escuchas el escape deportivo?»
Texto Matthias Kriegel
Fotografía Frank Kayser