Ciudad, campo, fiordo.
En Oslo con Aksel Lund Svindal.
Carismática, ecológica, vital: Oslo encarna una mezcla especial de magia urbana. Con la leyenda del esquí Aksel Lund Svindal como guía, descubrimos en pleno invierno norteño las facetas más soleadas de la capital noruega.
La sensación inevitable que atrapa al visitante de Oslo es la serenidad. La gente y la vida en la metrópoli noruega son envidiablemente relajadas. Oslo, en un emplazamiento incomparable entre el mar y las montañas, ofrece un agradable ambiente acogedor a pesar de su cosmopolitismo.
También Aksel Lund Svindal se lo toma con más calma, puesto que ya no tiene que luchar por centésimas de segundo como en su época activa de deportista profesional. A principios de 2019 se retiró como doble campeón olímpico y cinco veces campeón del mundo. Este noruego de 39 años se convirtió así en uno de los esquiadores más exitosos de nuestro tiempo.
En esta gélida y soleada mañana invernal, quedamos con Svindal a la salida del sol para dar un paseo con su fiel compañera Molly, una perra Cobberdog australiana. De primeras nos revela un secreto ante el panorama de ensueño del fiordo de Oslo: «Adoro el agua y su inmensidad», afirma alguien que ha pasado media vida en los Alpes. Entre otras cosas, valora de su ciudad natal el hecho de que su antigua vida y la nueva encajen de forma maravillosa. ¿Cómo? «Hoy lo veréis», promete entre sonrisas.
Pero Svindal nos quiere mostrar primero sus lugares personales favoritos de la ciudad. Suele empezar su jornada en la Åpent Bakeri, un pequeño café en el casco histórico con sus pintorescas fachadas estilo Gründerzeit. Cuando Svindal cruza la puerta, el chef Emmanuel ya lo tiene claro: capuchino y panecillos con mermelada. Aquí la leyenda del esquí no es una superestrella, sino simplemente un viejo conocido. «Cuando estaba en activo vivía a la vuelta de la esquina», comenta, «en un ático grande». Añade que en aquella época para él era vital estar cerca de la estación del autobús que va al aeropuerto, ya que «como esquiador profesional siempre estás de un lado para otro».
Uno de los encantos de la metrópoli noruega de casi 700 000 habitantes es que se puede descubrir a pie o en «Bysykkel», la bicicleta urbana. Los puntos de interés esenciales están agrupados en un radio de unos kilómetros. Así, nuestro camino hacia el Palacio Real nos lleva justo al lado. El parque está abierto todo el año, y al castillo se puede entrar en verano con visitas guiadas. El cambio de guardia se cuenta entre las tradiciones fijas de una monarquía que también en el siglo XXI goza de un amplio apoyo entre los habitantes del país. Como uno de los deportistas más exitosos de Escandinavia, Svindal ya ha tenido el privilegio de acudir a recepciones en la Gran Sala de Baile. Desde entonces se forjó una mutua admiración entre él y el príncipe heredero Haakon, gran aficionado al deporte alpino.
Oslo tiene a sus espaldas más de mil años de historia, pero primero nos acercamos al barrio más nuevo, el Oslo hipermoderno con sus espectaculares fachadas de viviendas y oficinas, tiendas y restaurantes. El barrio de Aker Brygge, en torno al puerto de ferris y yates, surgió sobre un antiguo terreno de astilleros y atrae ya a doce millones de visitantes al año.
Svindal tiene aquí una oficina para sus numerosas actividades, y lo que más le gusta es que en verano puede venir desde su casa directamente en barco. Además de su compromiso como embajador de marca de
En cualquier caso, sigue siendo un héroe nacional. Le piden selfis por la calle cada dos por tres. Svindal siempre responde con amabilidad. «A la gente le encanta», explica, «y eso también es gratificante para mí».
Nasjonalmuseet
El nuevo Museo Nacional, en la céntrica plaza del ayuntamiento, se inauguró en el verano de 2022. Con más de 5000 obras, está considerado como una exposición de categoría mundial de arte, arquitectura y diseño noruegos. La luminosa sala de exposiciones sobre el tejado es la seña de identidad de esta nueva construcción.
Hacemos una parada en el Astrup Fearnley Museet construido por el prestigioso arquitecto Renzo Piano, uno de los museos de arte contemporáneo más importantes en el área nórdica. Entonces Svindal decide mostrarnos algo ante el Nobel Fredssenter, el Centro Nobel de la Paz. «Mirad lo que hay aquí», afirma señalando una inscripción en la escultura en forma de arco que hay ante el Museo Nobel. Allí se lee: «La mejor arma es sentarse y hablar». «La cita de Nelson Mandela», explica Svindal, «me impresiona cada vez que paso por aquí».
Después, Svindal nos lleva al Mathallen, el mercado cubierto, un antiguo edificio industrial con tiendas, cafés y restaurantes. Hacemos una breve parada para un café y continuamos hacia la ópera, una obra maestra de la arquitectura inaugurada en 2008. Desde la azotea transitable se disfruta de unas vistas impactantes del agua, el centro urbano y las montañas alrededor. «¿Dónde hay algo así?», pregunta Svindal: «A un lado el fiordo, al otro el bosque».
Mathallen
El mercado cubierto está ligeramente al norte del centro y alberga actualmente unas treinta tiendas, puestos, cafeterías y restaurantes. Alojado en una antigua nave industrial, es ideal para ir de compras y disfrutar. En los últimos años se ha convertido en un punto de atracción para turistas y locales.
«En Oslo, los relojes llevan realmente otro ritmo.»
Hay otro espectacular edificio moderno a la vuelta de la esquina: el museo dedicado al pintor Edvard Munch, inaugurado a finales de 2021. Sin embargo, nos dirigimos a otra venerable institución, el Grand Café del homónimo hotel en la Karl Johans gate, famoso por sus especialidades escandinavas tradicionales. Allí hay reservada permanentemente una mesa para un cliente habitual, Henrik Ibsen. Dado que el poeta nacional noruego falleció ya en 1906, desde entonces guarda allí su sitio un muñeco. «En esas cosas se ve que aquí los relojes llevan realmente otro ritmo», afirma Svindal con un guiño.
La fortaleza de Akershus
El castillo medieval del siglo XIII sigue dominando visiblemente el puerto desde lo alto. Tras un terrible incendio en el siglo XVII, se convirtió en un palacio renacentista con majestuosas salas que el gobierno utiliza actualmente para fines representativos. Entre otras cosas, es interesante visitar la iglesia del palacio con el mausoleo real.
El encanto de Oslo es único y, como prueba de ello, nos acercamos al punto culminante del día, al menos en sentido geográfico. Se tarda algo más de un cuarto de hora en subir en coche desde el centro hasta el Vinterpark, en el Holmenkollen. Svindal utiliza para ello su
Los remontes en la montaña de 371 m de altura están abiertos en invierno hasta Semana Santa. Hay una gran afluencia, también entre semana. La gente de Oslo ha tomado por costumbre estar durante el día en la oficina junto al agua y subir a la pista de esquí al acabar la jornada laboral. «Prefiero ir por la noche», comenta Svindal, «por suerte, las pistas tienen luz artificial. Y estás casi solo».
De día junto al agua, de noche en la montaña... ahora entendemos cómo encaja la antigua vida de Svindal con la nueva. Entonces se impulsa con los palos y se lanza montaña abajo con elegantes movimientos. Se toma su tiempo. Su vida ya no depende de centésimas.
Holmenkollen
La montaña de 371 m de altura al noroeste de Oslo merece una excursión, y no solo en invierno. Desde el trampolín olímpico se disfruta en todo momento de una vista panorámica de la ciudad, el fiordo de Oslo y los bosques circundantes. Durante la temporada de esquí, el cercano Vinterpark ofrece seis telearrastres, tres telesillas y catorce salidas, con un total de 10 km. Gracias a la luz artificial, muchas pistas se pueden usar incluso de noche.
Alto rendimiento en el esquí
Texto Thomas Ammann
Fotografía Tim Wendrich; Nick Night, Gunnar Ridderstrom, Alain Gehri (todas Unsplash)