Regreso a casa
Vuelta a los orígenes: hace más de 100 años, Ferdinand
Se gira la manivela con fuerza, se pisa ligeramente el acelerador... y entonces se oye el sonido que todo el mundo está esperando. Los transeúntes sacan sus teléfonos, los dueños de los cafés salen a la terraza y brotan caras curiosas en las ventanas de los edificios históricos. Todos saben que ese no es el rugido de un vehículo normal. ¡Y tienen razón! El sonido pleno y potente procede del motor de cuatro cilindros y 1,1 litros refrigerado por agua de un Austro-Daimler ADS-R, un coche de carreras diseñado por Ferdinand
El sueño de un visionario
En 1920, Ferdinand
Tres de ellos partieron en la categoría de 1,1 litros. Kolowrat, que conducía él mismo un prototipo, abandonó con daños en el motor, pero los otros dos lograron una doble victoria en su categoría. El cuarto bólido «Sascha», con un motor de 1,5 litros, hizo frente a una dura competencia en la clase abierta y tras 432 kilómetros, 6000 curvas y pendientes de hasta el 12,5 %, alcanzó el 19.º puesto de la general. Su velocidad máxima llegó a 144 km/h. El éxito del ADS-R se celebró en la prensa italiana, que habló de «la revelación de la
Por fin en casa
«Sascha» ha vuelto a Wiener Neustadt en 2023. Hoy, el sol proyecta su luz sobre la Herrengasse. Muchos de los edificios de la calle son monumentos catalogados, y algunos datan incluso de la Edad Media. Entonces Jan Heidak pisa el acelerador y, después de más de un siglo, «Sascha» se mueve de nuevo por este lugar haciendo la ronda por el casco antiguo, rodeando la catedral románica tardía y atravesando la puerta de la Reckturm, del siglo XIII. Este es aproximadamente el aspecto que debía tener cuando los habitantes de Wiener Neustadt disfrutaron ya de este mismo espectáculo en su día. Aunque muchos elementos de entonces vinculados a
Hoy en día, Heidak es el único que sabe lo que se siente al conducir el bólido. «”Sascha” se hizo para superficies diferentes. En realidad tiene demasiado agarre, vamos excesivamente rápido y hay fuerzas elevadas», admite durante un descanso. «Pero es tremendamente divertido. Sientes cada vibración y oyes cómo va el motor. No hay dirección asistida. Necesitas mucha fuerza y sensibilidad». Añade que es imprescindible llevar gafas, ya que las ruedas delanteras levantan polvo de la carretera, pero todo eso es un placer para Heidak. «Y un absoluto honor conducir en este entorno».
Aprendiendo de Ferdinand Porsche
Entonces vuelve a subirse al coche de carreras. No hay cinturones de seguridad ni luces. Junto al asiento del conductor hay otro de emergencia para el mecánico, algo habitual en los coches de carreras de la época. También los pedales son inusuales, con el embrague a la izquierda, el freno a la derecha y el acelerador en el centro. «Solo cuando empezamos el proyecto nos dimos cuenta de que aún nos faltaban muchas cosas por entender sobre “Sascha”», relata el maestro del taller, Kuno Werner. «Para revivir la cadena cinemática tuvimos que pensar como los diseñadores de antaño». Es cierto que el Museo
El renacimiento es el principio
Por la tarde, de repente, el coche se avería. Se intenta arrancarlo, empujarlo... todo en vano. El nerviosismo se apodera del equipo, pero no de Werner y Heidak. Sin intercambiar muchas palabras, se ponen manos a la obra con precisas intervenciones. No han pasado ni quince minutos cuando volvemos a oír el sonido ya familiar del coche de carreras. «Hubo que cambiar una bujía», explica Werner. «Estas cosas son bastante normales con un vehículo tan antiguo en pleno funcionamiento. No nos cogió de sorpresa». El propio Werner es el reflejo de que probablemente nunca se deja de aprender. A sus 49 años, lleva ya casi 27 trabajando en
El joven de 29 años da una última vuelta conduciendo a través de la Burggasse y a lo largo de la muralla histórica de la ciudad. Kuno Werner se queda a un lado de la carretera sonriendo satisfecho. «El hecho de que hayamos podido traer a “Sascha” de vuelta a casa es el resultado de un gran esfuerzo de equipo», afirma. Con la ayuda de compañeros del centro de desarrollo de Weissach, empleados jubilados o proveedores de servicios externos, la restauración fue un proyecto gigantesco. «Pero eso solo ha sido el principio», subraya Werner. En el futuro, «Sascha» seguirá participando en las actividades de la empresa y dando testimonio de las raíces de
Texto Matthias Kriegel
Fotografía Heiko Simayer