La velocidad no lo es todo
Se hizo famoso en un autobús. Personalmente le gustan los
Por lo que respecta a este tema, Keanu Reeves es una persona fiel. Y ello a pesar de que, en realidad, podría tener cuantos quisiera, incluso una flota entera con todos y cada uno de los deportivos más potentes del mundo. En su caso, el dinero no es un problema. De hecho, solo la recaudación de las tres entregas de «Matrix», con él como protagonista, superó los 1.700 millones de dólares.
Pero su corazón pertenece a
O sea, que en ese sentido Reeves es monógamo. Una cualidad más bien escasa en un mundo, el de las estrellas de Hollywood, en el que tener un solo coche es tan poco frecuente como trabajar con el mismo representante toda tu carrera o serle fiel a tu pareja toda la vida.
Pero ¿de dónde le viene a Reeves su amor por
Cuando le preguntaban qué quería ser de mayor, su primera respuesta era físico nuclear. En segundo lugar, seducido por las retransmisiones de automovilismo, quería ser piloto de carreras. Le fascinaban las formas de los coches y cómo rugían. Además, en aquella época su hermana mantenía un romance con un piloto, y en más de una ocasión Reeves tuvo la oportunidad de acompañarles en sus rápidos viajes por el sur de Francia. Por último, el tercer oficio de la lista era, efectivamente, el de actor.
Contaba 17 años cuando compró su primer coche. Era un Volvo 122 del mismo color verde que lucían los automóviles de carreras británicos y que él solía llamar el «regordete» porque los asientos estaban tan desencajados que tenía que sujetarlos con ladrillos. Aún así, en 1985 el coche superó el viaje de Toronto a Los Ángeles. Luego descubrió la pasión por las motos. El sonido, la rapidez y el placer de conducirlas le sedujeron. Aún conserva su favorita, una Norton Commando del 73 que compró en 1987.
Eran los años en que la carrera de Keanu Reeves como actor comenzaba a despegar: del cine independiente dio el salto a comedias para adolescentes y, de ahí, a la famosa «My Own Private Idaho», con River Phoenix. Después vendrían «Point Break» y «Speed», dos exitazos de taquilla que le catapultaron a la fama internacional. En «Speed», Reeves interpreta a un policía experto en desactivación de bombas que se ve atrapado en un autobús de pasajeros conducido por Sandra Bullock que lleva a bordo una bomba programada para explotar si la velocidad se reduce a menos de 50 millas por hora.
Tal era su pasión por las motos que, en aquella época, cada vez que se desplazaba a algún lugar para rodar una película se compraba una y la volvía a vender al finalizar el rodaje. A lo largo de los años, varios accidentes de tráfico le fueron enseñando los límites físicos de los vehículos con dos ruedas y los propios, aunque no le apartaron de la senda del motor. Pero tras «Point Break» y «Speed» se sintió dispuesto para pasarse a un vehículo de cuatro ruedas. Y puesto que ya había tenido algunas experiencias previas con
El elegido fue, concretamente, un 911
El «trineo», como solía denominar Reeves su malogrado 911 por su elegancia y su rapidez, fue uno de los últimos modelos refrigerados por aire. «Probablemente ese fue el motivo por el que me lo robaron», sospecha. Tras guardarle luto durante un tiempo, Reeves volvía a estar preparado para un nuevo 911, pero no se conformaba con uno cualquiera. Quería que, estéticamente, fuera exactamente igual que el anterior y, además, añadirle un par de extras. Así que se dirigió al Centro de Asesoramiento de
En paralelo a sus negociaciones con
Y así fue como ambos terminaron fundando la Arch Motorcycle Company, y su idea inicial se materializó en la KRGT-1, una moto que Hollinger construyó mientras Reeves se encontraba con su nuevo 911 rodando una nueva película de acción, «John Wick». La suspensión, el comportamiento en carretera, la ergonomía… todo ello se hizo de acuerdo con los deseos de Reeves. La creación bien mercería una denominación aparte como, por ejemplo, «Performance Cruiser» o «Sport Cruiser». Pero aunque la KRGT-1 es una moto excepcional, la idea es que no se quede en una excepción. Tanto es así, que Hollinger está preparado para construir hasta cien al año bajo demanda.
El actor está entusiasmado con el resultado. Igual que los automóviles de
Texto Lawrence Dietz
Fotografía Axel Köster