Matt Hummel - DON 176
Cerca de Sacramento, la capital de California, Matt Hummel vive a fondo su pasión por los coches con pátina. Sigue así la moda de preservar lo auténtico. Este coleccionista esconde tesoros muy especiales en su garaje: piezas
Escoger, lijar, lavar… En la particular búsqueda del tesoro del estadounidense Matt Hummel estos pasos son completamente superfluos, pues no le atrae el brillo sino el óxido. Un ejemplo es su último hallazgo, un
El coche está aparcado en la entrada de Auburn, un suburbio de Sacramento, la capital de California. Con la naturalidad propia de su edad, este deportivo clásico muestra con orgullo las huellas del tiempo. Hummel pasa la vista por la silueta del
A Hummel le apetece conducir este 356 de aspecto débil y agotado tal y como está, sin maquillar ni embellecer. Y se justifica sin ambages: «Un
Al llegar al siguiente cruce, Hummel saca el brazo por la ventanilla para indicar que va a girar por allí. ¿Quién necesita intermitentes? El robusto 356 avanza por una carretera sin asfaltar. A pesar de su aspecto desaliñado, el vehículo muestra su dominio al tomar con ligereza las curvas y los accidentes del ondulado terreno. El trayecto acaba cuando Hummel llega a su propiedad en medio de la montaña.
En un terreno rodeado de vegetación, el 356 se reúne con los otros miembros de la familia automovilística de Hummel: junto a un
El interés de Matt Hummel por la chapa añeja empezó muy pronto. A los 16 años, cuando era estudiante de arte, comenzó a buscar piezas raras durante las vacaciones. Al principio se interesó por los componentes de Volkswagen. Rastreó media California en su búsqueda. Luego con sus amigos oyó hablar de la existencia de grandes cantidades de recambios de Volkswagen en Birmania y Tailandia, y se lanzaron a la aventura. «En aquella época no me sentía afortunado hasta que a los pies de mi cama del hotel no veía montones de ventanas Safari abatibles de furgonetas VW Samba». De vuelta a Estados Unidos, vendía esas piezas tan singulares. «Cuando comercias con piezas históricas de Volkswagen en algún momento vas a parar automáticamente a
El granero situado junto a la casa es su particular cámara del tesoro. El coleccionista almacena allí un fondo acumulado en los últimos 10 años. De sus bienes rescata una caja de cartón, la abre, saca unas piezas de plástico de color verde brillante y las sopesa en la mano como si fueran gemas. «¡El Santo Grial! Las últimas vacaciones con mi ex novia las pasé buscando esto», dice sonriendo y mostrando orgulloso un juego completo de botones antiguos de un tablero de mandos de
«Cuando me llama alguien que tiene un
Texto Bastian Fuhrmann
Fotografía Jay Watson