En rumbo
Pura adrenalina para todos aquellos a quienes les guste pilotar un
El silencio acrecienta la tensión, una brisa suave acaricia la hierba y el diamante inmenso que es el Centro de Atención al Cliente de
Fuera de la pista, Blessing es presidente de las empresas siderúrgicas alemanas Dillinger (con más de 300 años de historia) y Saarstahl. Tiene 57 años y es licenciado y doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de Constanza. Es un hombre de números pero a la hora de escoger hobby se deja llevar por las emociones. Hace dos años que corre en la
Blessing apuesta por el rendimiento, en el trabajo y fuera de él. Por eso está aquí, en la exclusiva pista de pruebas de
De cuclillas, Blessing observa con respeto y totalmente absorto el 911 de carreras. Junto a él, arrodillado, su instructor. El historial de Lauck es el de los pilotos clásicos: después de iniciarse pilotando karts, ascendió y cosechó éxitos en copas monomarca y carreras de resistencia. En 2006,
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Lauck extrae el volante del soporte y comienza explicando a Blessing la función de los botones y los interruptores. La confianza entre instructor y alumno es enorme, se nota en cómo se hablan. Los dos se conocen desde hace años, ambos buscan siempre un alto rendimiento y comparten admiración por los deportes del motor.
El programa de la GT3 Cup Experience incluye un total de cuatro tandas de unos 15 minutos cada una al volante del vehículo de la copa, mientras que el resto es variable. Normalmente, el curso se inicia con un primer contacto con el tramo en un GT3 de serie. Pero Blessing se puede saltar esa parte, no es precisamente su primera vez en el circuito. Lo que sí es obligatorio es que dé unas primeras vueltas en el asiento del copiloto con Lauck al volante. Dentro del coche, utilizan un interfono para comunicarse. Durante el trayecto, el instructor le va explicando cómo funcionan mandos y marchas, cuáles son los puntos de frenada o la trayectoria ideal. Después detiene el coche en boxes.
Blessing sale de la cabina medio trepando por la estrecha salida de la jaula antivuelco, una tarea nada sencilla que el casco y el protector de cabeza y cuello terminan de complicar. «Uf, esto lo tengo que practicar un poco más», confiesa Blessing esbozando una sonrisa pícara mientras da la vuelta al vehículo. Ahora ya sí: el empresario puede, por fin, sentarse al volante. «Conduce primero un poco, ve familiarizándote y después vamos puliendo», le indica Lauck con tono tranquilo. Y es que conoce el chute de adrenalina.
«Qué bien se lleva. Es facilísimo. Nunca lo hubiera dicho», asegura Blessing tras la primera salida. Pero el instructor le reclama prudencia. «Como le faltan muchos ‹asistentes›, el coche de competición reacciona distinto que mi 911 de serie», afirma Blessing, que lo ha captado a la primera. Con asistentes se refiere a ABS y controles de tracción y estabilidad, es decir, aquellos elementos que suelen hacer más seguro un deportivo de serie. Pero los escasos 1.150 kilogramos del de competición no incluyen todo esto. «Es otra forma de conducir», explica Lauck, «frenar sin ABS al entrar en una curva es completamente distinto a frenar con él».
El curso no da respiro: a una tanda le sigue la otra y las pausas se utilizan para pasar revista y analizar los datos. Por un momento, Blessing se debe de sentir como si estuviera en la oficina, sólo que aquí el balance se hace de su propio rendimiento al volante. Sin miramientos, pues la telemetría registra inexorable cada maniobra. Al tic-tac del diagrama de datos se suman las imágenes de vídeo de la cámara de a bordo. «Mira, has sido muy constante, las últimas dos vueltas han sido prácticamente idénticas, sólo se diferencia en una décima de segundo», analiza Lauck. Esta constancia en la trayectoria ideal es lo que distingue a los buenos pilotos de los menos buenos. «Y aquí se ve que ya has frenado muy bien, es una línea recta. Frenar con fuerza, soltar el freno, enderezar el coche y volver a acelerar. Así se hace. ¡A por la siguiente!», indica.
En el circuito de
Lo de Blessing con
El ritmo que imponen las tandas y el subsiguiente análisis marca las casi cinco horas que dura el exclusivo curso. Después de sus últimos 15 minutos al volante, el instructor, con la vista puesta en los diagramas, le elogia: «Mira, ahora ya frenas perfecto. Hacia el final has conducido de forma constante y has ido bajando el tiempo con cada vuelta. Así es como debe ser». El alumno Blessing está completamente fascinado: «Con este coche todo es inmediato. No hay término medio: giro a tope y el coche reacciona, cojo la curva y todo mi cuerpo siente la velocidad». Pero ya basta por hoy. «Son demasiadas cosas nuevas a la vez, y agota», comenta Karlheinz Blessing, el piloto de carreras.
Texto Eva-Maria Burkhardt
Fotografía Michael Haegele
Autoexperiencia
La GT3 Cup Experience de Leipzig es la cualificación interna para pilotar.
La GT3 Cup Experience está abierta a todos los conductores de
«Lo que hace especial a la GT3 Cup Experience es que se aprende a conducir con un coche de carreras», explica Manuel Lauck, instructor en
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