Porsche - El corazón del mundo
El corazón del mundo
 

El corazón del mundo

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Cambio de carril en Midtown. Uno puede perderse en Nueva York, pero es prácticamente imposible extraviarse en el centro de Manhattan

Las 24 Horas de Le Mans viven de su noche. Nueva York, la ciudad que nunca duerme, vive para su noche. Un Panamera S E-Hybrid combina aquí una carrera peculiar con una metrópolis excepcional. En este recorrido de prueba nocturno, hombre, automóvil y ciudad se retan recíprocamente una y otra vez.

La culpa la tiene esta canción, este verso. Esta línea sobre la ciudad que nunca duerme cantada por lo bajo en este brainstorming sobre las 24 Horas de Le Mans, «I wanna wake up…». Nueva York es lo suficientemente rápida, lo suficientemente ruidosa, lo suficientemente desafiante para poderse considerar parangón urbano de la clásica carrera de automovilismo. En particular Manhattan, esa especie de dedo cubierto de rascacielos que permanentemente se regenera con extraordinaria energía. Es así como cobra vida en el centro de Manhattan el Panamera S E-Hybrid. La daily race es por tanto el lugar más adecuado para un recorrido del día a la noche, y viceversa.

«Manhattan recuerda a veces a un portaaviones con los motores en marcha las 24 horas del día», cuenta la reportera Ulrike von Bülow. El Panamera S E-Hybrid aporta un agradable zumbido al habitual ruido de fondo del día a día neoyorkino. Esta forma de silencio es desconocida en todo el beautiful noise. Con una autonomía de hasta 36 kilómetros únicamente con electricidad, alcanza aproximadamente para una vuelta a la península, lo que en el circuito francés serían incluso casi tres. Pero allí no hay carteles de advertencia con la inscripción «gridlock», como se denomina el aviso de atasco entre la Wall Street al sur y la Columbia University al norte, y entre la Lower East Side y la Upper West Side. Stop and go significa para el Panamera también start and stop, y por ello, con el recientemente impuesto límite de velocidad de 25 millas (40 km/h) por hora vuelve a dar gusto conquistar el continente de Nueva York con una limusina deportiva de cuatro plazas. Se siente muy ligera, casi como un juguete. Y tremendamente emocionante. Es la puesta en escena de la rush hour.

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En Manhattan también hay rincones tranquilos que parecen creados para ser explorados en el modo E

En cada encrucijada el empeoramiento del tráfico cotidiano puede competir con las condiciones del clásico de las 24 Horas de Le Mans. Sensaciones a flor de piel, dramas comprimidos y una marea de imágenes centelleantes y raudas impresiones. El recorrido a lo largo del Central Park nos recuerda la recta de Hunaudières, en la Grand Central Station encontramos el equivalente del Puente Dunlop, y la excursión dominical nos podría llevar a la plaza de Coney Island, con su noria gigante parecida a la del circuito. Pero nos quedamos en Manhattan, por sí misma un parque de atracciones. Se encuentran suficientes noctámbulos en Times Square, donde no solo el tiempo es oro, sino que también están los inmuebles más caros. A primera y a última hora el Panamera se refleja en las ventanas de los escaparates, iluminado por fuegos artificiales de neón. Óptica y acústicamente Nueva York podría ser toda una obra de arte. El autor Nik Cohn, gran conocedor del Broadway, ha encontrado el título adecuado para esta ciudad: «El corazón del mundo».

Comenzamos a sentir el factor de la dopamina que genera esta ciudad, hay que percibirla con todos los sentidos. Nuestro Gran Turismo híbrido se mantiene fiel a Sinatra, algunas veces tarareando, otras acelerando rítmicamente, y demuestra que, como automóvil de gran ciudad que es, puede formar parte de Nueva York y escribir su propia historia en la metrópolis de los episodios. También para la velocidad hay aquí una unidad de medida propia: el New York minute. Describe el periodo de tiempo entre el cambio de un semáforo de rojo a verde y el primer bocinazo del conductor de atrás. En realidad esto sucede prácticamente de forma sincronizada, pero el resto del país necesitaría, como cuenta la leyenda, por lo menos un minuto. El «inicio rápido» nos permite escapar del subsiguiente concierto de bocinas con la potencia del motor eléctrico de hasta 70 kW (95 CV).

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Dirección aproximada downtown. Las avenidas tienen una amplitud garantizada de 30 metros, las calles perpendiculares miden 18 metros

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Vista lateral de la Grand Central Station: el puente pertenece a la Park Avenue, y se le llama Viaduct

Porque en particular las personas están aquí orgullosas de su aceleración. Las ha hecho más duras, ambiciosas, incluso desconsideradas. Con una clara norma de circulación: podrán ver a los demás, pero sobre todo se tienen en cuenta a sí mismas. Así más o menos funciona la regla de la prioridad cuando fluye el tráfico por las avenidas. Encontrarse de repente rodeado por seis taxis es como sentir una fiebre amarilla urbana. Pero también en esto el tráfico es metafórico. Quien logra avanzar en Nueva York, puede avanzar en cualquier parte. Por ello no se deben perder de vista las posibilidades que se presentan, aunque solo sea la de hacer de repente un hábil giro. Lo hemos conseguido, y nuestro pasajero en el asiento de atrás levanta el pulgar. Bloquear un cruce con el semáforo en rojo puede costar una multa de 150 dólares.

Kirk, el neoyorquino sentado al volante del Panamera S E-Hybrid, abraza la idea de la búsqueda permanente de otras perspectivas como una forma de auto-renovarse. Por el camino señala la fachada de una iglesia episcopal en la Sexta Avenida. Se trata de una construcción del siglo XVIII que en los años ochenta se transformó en el famoso club nocturno Limelight y en la actualidad se ha convertido en un centro comercial. Nueva York no se acaba nunca, a pesar de que es una ciudad de principios. «Las constantes transformaciones la mantienen fresca», confirma nuestro chófer.

Cada una de las avenidas narra su historia, cada una diferente, y cada día y cada noche otra. La Séptima es la avenida de la moda, la Madison la de la publicidad, en los alrededores del Central Park viven los ricos tradicionales y la Sexta se conoce solo como la Avenida de las Américas. Todas tienen en común la intemporalidad y el asfalto resquebrajado y con parches, pero también la oportunidad de que cada bloque vuelva a significar un nuevo encuentro con la vida. Quien quiera saber por qué una suspensión neumática adaptiva es relevante para lograr una posición estable del vehículo, puede elegir Nueva York como circuito ideal de pruebas.

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Todo está cargado de energía. Mientras que la ciudad la derrocha, el Panamera la utiliza de la forma más eficiente

El tráfico rodado en Manhattan no declina porque llegue la oscuridad. Aunque hablar de oscuridad es aquí algo extraño. Es una incógnita que, con esta iluminación, en la 42nd Street, una de las rectas de boxes neoyorquinas, no haya aún aterrizado ningún ovni. Incluso desde el cosmos se reconoce bien el centro de luz, a lo que el Panamera le añade su bi-xenón. Sin embargo, los neoyorquinos también tienen una teoría que explica por qué los aliens todavía no les han visitado: el centro del distrito de los teatros, con todas las salas incluidas, se puede considerar ya como algo de otro mundo. Realmente, casi nadie puede escapar a la especial fascinación que emana de la ciudad, una mezcla entre Disneyland y Metrópolis. De ninguna manera debemos mirar fijamente a nadie, nos ha aconsejado de paso el conserje.

Pero no siempre es fácil, cuando de repente cruza por delante un hombre en tanga y sombrero de cowboy o una mujer con un peinado como el de Lady Gaga. Probablemente sea Lady Gaga. El resto de las mujeres llevan vestidos de lujo, pero zapatillas desgastadas. Es lo que aquí se llama street smart, saber llevar las iniquidades de la calle. Porque en la bolsa de deporte llevan los zapatos de tacón, dependiendo de la hora para la oficina o la discoteca. Nuestro palco móvil tiene sus ventajas. Solo hay que reclinarse ligeramente en el asiento deportivo, pestañear y volver a observar con concentración el exterior llamado Nueva York.

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Late Night Show con el Panamera como artista invitado. La luz es un homenaje a la ciudad que nunca duerme

Puesto que en el tráfico urbano, a diferencia del circuito de carreras, no hay coronas de laurel, acudimos a una floristería del SoHo. Abierta día y noche, ¡qué práctico! Las luces que rodean el Panamera son una tentación eterna. Pero las noches también son sinceras. De noche los sentimientos son más claros, tanto en Le Mans como en Nueva York. En la deslumbrante luz, de pronto cruza por delante una carroza. Un caballo de potencia frente a 306 kW (416 CV). Todavía están permitidos unos cien vehículos de este tipo, su terreno son las calles alrededor de y en Central Park. El Panamera S E-Hybrid, desde hace tiempo convertido en nómada de la gran ciudad, recibe estos encuentros con una reposada naturalidad.

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Big city, bright lights: E-Performance a la neoyorquina. El Panamera S E-Hybrid se acerca radiante al día

A las cinco de la mañana incluso se siente el calor de un anuncio de neón, aunque solo sea porque anuncia café caliente. Bajo su luz, los charcos que hay delante del carro del vendedor ambulante van cambiando de color, del amarillo, al rosa y al azul. El Panamera S E-Hybrid le da el toque verde limón, el color de la E-Performance de Porsche. De este color son las pinzas de los frenos, en él reluce el trazo «e-hybrid» de las puertas. En los intervalos del limpiaparabrisas las calles se desdibujan en un mar de colores y formas. Tras una noche de tormenta los carriles laterales de la Quinta Avenida se han convertido en un cementerio de paraguas. La noche se siente todavía joven, aunque esté a punto de finalizar. A esta hora no es ningún problema experimentar pequeños milagros, como por ejemplo encontrar aparcamiento en los márgenes de la calle. Un neoyorquino que lo consiguiera en su primera cita con una dama podría conquistar así el corazón de la mujer.

Hace tiempo que hemos dejado de buscar la luz, pero seguimos buscando el código de la ciudad, la táctica de la noche. A los noctámbulos y a los early birds les une la edificante sensación de que la ciudad yace a sus pies, y de que la tienen toda para ellos. Poseer el corazón del mundo, ¡qué pensamiento más seductor! La tripulación está poseída por una tremenda carga emocional. «Es la energía que desprende lo que me atrae una y otra vez a esta ciudad», confiesa Kirk. Cuando, al apearse del coche, retira con el pie un zapato de la acera, dice únicamente: «Debe haber sido una noche interesante».

La creación de emociones es el denominador común de Porsche y Nueva York. Toda la ciudad funciona como un híbrido. El Panamera se retira a descansar a un garaje, 24-hour parking, cómo no. Desde la puerta de un restaurante comprobamos en la pantalla del smartphone el estado de la batería del coche. Afuera, en la madrugada, la ciudad vuelve a cargarse, a recuperar a las personas. Ahora estaría bien volver a escuchar esa canción.

Texto Elmar Brümmer
Fotografía Steffen Jahn

La noche es joven

Tres neoyorquinos que trabajan en Porsche Design han acompañado al Panamera S E-Hybrid en su viaje y nos ofrecen sus expertos consejos para la noche.

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Waskar Medal

¿Qué efecto tiene la noche en Nueva York?
En una palabra: magnificent. Es más lujosa y más excelente que en cualquier otro lugar. Es cuando verdaderamente sientes que te encuentras en la capital del mundo.

¿Una recomendación para Midtown?
Podría dar unas cien y no habría acabado. Lo que prefiero es ir unos cuantos bloques más allá de nuestra tienda. Allí en la Calle 58, está el Lavo. En un único lugar tienes todo lo que hace que la noche neoyorquina tenga tanta vida: buena comida, buenas bebidas, buena distracción. Y abajo hay un night club. Recomiendo probar sus postres: sus creadores son italianos.

¿Cómo debería acabar una noche en Nueva York?
Siempre termina positivamente. Porque sabes que el día siguiente volverá a ser en cualquier caso un día brillante. Es lo que prometen las buenas vibraciones de esta ciudad.

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Sentina Beauchamp

¿Puede usted también describir la noche de Nueva York con una palabra?
Por supuesto. Pero prefiero elegir tres letras: ¡F-U-N!

¿Y cuál es el mejor lugar para experimentar esta diversión?
Me gusta ir a hoteles que se han convertido más o menos en puntos de encuentro nocturnos para los neoyorquinos. El night club Le Bain del Standard Hotel en la High Line es un ático con terraza en la azotea y tiene los mejores DJs. Pero también está muy bien otra terraza, la del Sanctuary Hotel en la Times Square. Se llama Haven, pero más bien te encuentras cerca del heaven. Puede que sea por los cócteles. Y otro lugar por todo lo alto es el Sky Room, en un piso 46 de la Calle 40.

¿La mejor hora para salir?
Solo hay una norma horaria: no demasiado temprano, en ningún caso antes de las nueve. Por lo general lo bueno empieza a las once. Y la noche tiene después muchas paradas.

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Zola Vieira

Describa por favor la diferencia entre el día y la noche en Nueva York.
De hecho son dos ciudades distintas. De día hay mucho ajetreo, la gente solo piensa en su trabajo. Por la noche se mezclan los negocios y el placer. Y aunque parezca que pueda ser estresante, es así como descansan las personas de la gran ciudad. Necesitan cierta celeridad.

¿Qué días de la semana son los mejores para encontrar a verdaderos neoyorquinos?
Los sábados por la noche es cuando en Manhattan hay más movimiento. Y la segunda mejor noche es el miércoles. Este ritmo está bien, entretanto puedes relajarte.

¿Tiene un club nocturno favorito?
Yo prefiero el Club Hopping, lo mejor empieza a partir de la una de la madrugada. Pero si debo nombrar un club, entonces sería el Marquee en la Décima Avenida. Allí la noche es siempre joven. Y cuando se hace de día, es un day club.

Entonces nos podrá dar la mejor recomendación para conseguir entrar…
Muy fácil: solo tiene que tener un aspecto moderno…

Hotspots & nightspots - Direcciones útiles en Manhattan

Lavo, 39 East 58th Street
Le Bain/Standard Hotel, 848 Washington Street
Haven/Sanctuary Hotel, 132 West 47th Street
Sky Room, 33 West 40th Street
Marquee, 289 10th Avenue
Porsche Design Store Midtown, 501 Madison Avenue
Porsche Design Store SoHo, 465 West Broadway
Porsche Center: Manhattan Motorcars, 270 11th Avenue