Porsche - ¡Rompe las reglas!
¡Rompe las reglas!
 

¡Rompe las reglas!

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Maria Sharapova y Andre Agassi juegan un partido– espectáculo frente al Museo Porsche.

La superestrella del tenis Andre Agassi coincide en Stuttgart con los deportivos de Porsche. Solo se hablará de tres temas: el deporte, la vida y las leyendas.

Competición, táctica, arrojo, resistencia, ¿se puede representar así toda la vida, segmen­tada en trozos como una metáfora deportiva? La segmentación siempre ha sido el indicador vital de Andre Agassi. Le acompañó durante los 21 años de su ejemplar carrera en los centre courts más famosos de este mundo y sigue haciéndolo hoy en la actividad que desempeña tras su retirada. Y hoy, frente al Museo Porsche, antes de empezar el partido-espectáculo contra la primera dama del tenis Maria Sharapova en el marco del Gran Premio Porsche de Tenis, tiene que reconocer que esta vez su táctica no le va a ayudar. «Lo primero que aprendí en el tenis es que no debes perder de vista la pelota. Pero hoy será difícil», dice Agassi a la vista de la bella rubia. Y Maria Sharapova se rinde antes de empezar el juego: «¡Qué gentleman!».

Andre Agassi, de 45 años, no ha perdido su ardor y su aplomo en el juego. ¿Y qué podría alterar al que fue el rebelde del tenis convertido en un encantador padre de familia? A mediados de los ochenta Andre Agassi comenzó a conmocionar el tradicional circo del tenis con un peinado increíble y ropa de juego extravagante. En Wimbledon, la meca del tenis, le llamaron la atención sobre la indumentaria reglamentaria y le denegaron la entrada. Pero en algún momento ambas partes comenzaron a caerse bien. Andre Agassi permaneció un total de 101 semanas en el puesto número uno de la clasificación mundial, ganó ocho torneos individuales de Grand Slam y es una de las pocas estrellas que ha conseguido la victoria en los cuatro Grand Slam. Obtuvo 60 títulos individuales, a pesar de todos los contratiempos. Un héroe del tenis, una leyenda.

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Maria Sharapova y Andre Agassi.

Y aquí está ahora, en el Museo Porsche, rodeado de las leyendas de las carreras sobre cuatro ruedas, en la mejor compañía. Al igual que los expertos del automovilismo de Porsche, Agassi sabe que hay que luchar por la victoria, pero que el título de leyenda te lo tienen que dar los otros. ¿Dónde radica la diferencia? Agassi se lo piensa un poco y responde un poco como si toda su carrera estuviera contenida en estas palabras: «Tienes que romper las reglas». En sus tiempos había muchos jugadores buenos. El fuerte de algunos era el juego de fondo, otros vencían con su saque, y otros atacaban en la red. El juego de Agassi era distinto, con mucho riesgo desde la línea de fondo, con una agresividad inusual. «Mostré a los espectadores un tipo de tenis que no habían visto nunca antes. Me convertí en pionero dentro de un ámbito conocido. Hacía algo diferente y tenía éxito en ello». De hecho no tenía otra posibilidad que correr el riesgo de atacar desde la línea de fondo. «Tenía la sensación de que los otros eran técnicamente algo mejores».

Siempre le ha motivado el gusto por la competición, aunque en ello también haya que saber encajar las derrotas. No cree que una victoria o una derrota digan mucho de una persona. Pero «el modo en que reaccionas frente a una victoria o una derrota sí dice mucho sobre ti». Este es también un partido con mucho riesgo, sobre todo cuando uno piensa en su mayor derrota. En 1995, tras una grandiosa temporada, llegó a la final del Abierto de EE.UU. y era el claro favorito contra Pete Sampras. Perdió en cuatro sets. «Tardé casi dos años en recuperarme. Estaba totalmente saturado». Regresó porque pudo encontrar la actitud que le convertiría en una estrella y describe la filosofía de su éxito como si quisiera dar un discurso sobre motivación a los ingenieros de carreras. «Has de querer mejorar constantemente. Sabes que los otros van a por ti. Tu misión es trabajar cada día en ti».

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Andre Agassi también es todo un caballero en el circuito de pruebas con el 911 GT3.

Agassi encuentra muy acertada la comparación con el automovilismo y los deportivos, quizás porque a todos los deportistas les gustan los vehículos de alta tecnología. «El instrumento del deportista es su cuerpo», dice, «sentimos en nuestro propio organismo lo difícil que es llegar a un alto rendimiento. Por ello nos gustan las máquinas potentes». De joven el coche de sus sueños era el Porsche 928 GTS. «Era la combinación perfecta de lujo y deporte». Esta relación no te abandona nunca. Durante su visita a Stuttgart tuvo tiempo para escaparse al Centro de Investigación y Desarrollo de Weissach. En el circuito de pruebas pudo experimentar como copiloto de un 911 GT3 «lo que llegan a rendir hoy estos automóviles». Pero como padre de familia, a pesar de la pasión, sus prioridades han cambiado. Vive en su ciudad natal de Las Vegas con su esposa –y leyenda del tenis– Steffi Graf y sus hijos Jaden Gil (13) y Jaz Elle (11). Ha creado la «Foundation for Education» para fomentar la educación de menores en EE.UU., en particular en el estado del que procede, Nevada. Steffi Graf es fundadora de «Children for Tomorrow», una fundación que se dedica a ayudar a menores de todo el mundo que sufren traumas de guerra. Sus hijos y su familia son el centro de su vida. Steffi es perfecta, dice Agassi y se ríe, «mi vida está completamente organizada. Steffi tiene un plan para todo. La lástima es que los hijos crezcan tan rápido».

Ah, sí. El partido-espectáculo. El caballero Agassi pierde contra Maria Sharapova 1:5. Lo que hace la costumbre. Porque cuando en casa, en Las Vegas, juega alguna vez contra su mujer, se siente mejor cuando gana Steffi. «Lucky wife, lucky life», dice. Mujer feliz, vida feliz. No es mala táctica.

Texto Reiner Schloz
Fotografía Dennis Orel