Porsche - En tierra de vikingos
En tierra de vikingos
 

En tierra de vikingos

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Pétur Lentz: «Soy comandante de aviación en Icelandair y a su vez presido el Club Porsche de Islandia. El club es una alegre comunidad de personas un tanto especiales, pues para conducir un Porsche en Islandia hay que estar un poco loco. Pero la experiencia que se vive en un Porsche es siempre intensa y fascinante. Esto no sucede con ningún otro automóvil».

Islandia está de moda. No solo desde que sus futbolistas y seguidores consiguieron emocionar a los medios de comunicación y los espectadores en la Eurocopa. El país tiene su propio cosmos, es un mundo compuesto de mitos, naturaleza extrema y personas apasionadas. La visita al Club Porsche de Islandia supuso una escapada a un mundo excepcional, incluso para la propia autora, que es islandesa.

La aventura islandesa comienza mucho antes del inicio de esta historia. Se remonta a Pétur Lentz, el presidente del Club Porsche de Islandia. Piloto de Icelandair, ha sobrevolado el Atlántico nororiental en dirección a Múnich en un Boeing 757 para recoger a su amigo, el fotógrafo Stefan Bogner. Ambos ya habían trabajado antes juntos en el marco de un proyecto fotográfico que tenía como tema los solitarios y extravagantes lugares de la isla. Esta vez, el centro de atención es el Club Porsche islandés.

Bajo la rápida evolución de las nubes, que tan pronto dejan pasar los rayos del sol como sueltan algún que otro chubasco, llego a casa de Pétur Lentz en Garðabær cerca de Reikiavik. El típico clima de Islandia, todo es totalmente normal. Frente a la casa, Stefan Bogner comienza a sacar su equipo de fotografía y disfruta entusiasmado de la extraordinaria inmensidad del paisaje, el aire puro y los increíbles colores de nuestra isla. «Aquí se tiene la sensación de que el clima cambia cada 10 minutos», proclama, y mira a su alrededor esperando nuestro asentimiento. Los islandeses que le rodeamos, todos miembros del club menos yo, encogemos cortésmente los hombros, pero sin entender muy bien qué hay de particular en esta constatación. Sí, en Islandia el clima es muy variable, cambia incluso por minutos. Y sí, la inmensidad aquí es gratuita, desde siempre. Y el aire es puro si no se pone en erupción un volcán. No es que los islandeses no sean conscientes de las impresiones que provocan en los turistas las infinitas tonalidades verdes del paisaje, pero no podemos estar diciéndonos todos los días cuán especial es nuestra normalidad. Cuando vamos al continente hay algunas cosas que también nos impresionan, pero no las comentamos demasiado. A veces se dice que los islandeses somos poco comunicativos o incluso raros. Es un prejuicio muy extendido, o quizás únicamente una afirmación provocada por la frustración de los visitantes que llegan a Islandia esperando una simpatía exagerada o una superficial sonrisa de bienvenida.

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Circular: para recorrer la isla en automóvil, lo mejor es la famosa carretera de circunvalación Hringvegur.

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Einar Hörður Sigurðsson: «Mi Porsche 356 B tiene casi mi edad. Y como yo, este automóvil es único en Islandia. El Porsche tiene una increíble calidad. Pronto va a hacer 10 años que lo conduzco y no dejo de admirarme: cuanto más viejo es, más me gusta conducirlo».

Con poco más de 100.000 km², Islandia es el segundo país insular de Europa. Solo el Reino Unido tiene más superficie. En la isla con los numerosos volcanes, ríos y lagos, que solo es verde en verano, viven algo más de 330.000 personas. De ellas, casi 300.000 son naturales de Islandia. Así pues, en este país de inviernos suaves y veranos frescos, cuyos termómetros raramente superan los 20 grados, se podría decir que todos se conocen. A causa de la extensión del país el automóvil es muy importante para los islandeses. Aproximadamente un 75% de ellos lo utiliza a diario.

Mientras Bogner comenta sus impresiones aéreas y su vuelo con el presidente del club y yo reflexiono sobre la importancia que tiene el medio de transporte automóvil en una isla tan poco poblada, los miembros del club ya se han situado junto a sus deportivos. Se ha previsto una salida. Casi se puede palpar la ilusión. Casi al unísono, los fans de Porsche reconocen que debido a las condiciones climatológicas extremas, fuera de los meses de junio a agosto apenas sacan sus vehículos del garaje. Pero hoy están haciendo una excepción. La lluvia, un frío gélido, un fotógrafo, buen humor. La combinación es perfecta. «Poseer un Porsche histórico«, subraya Sigfús Bergmann, vicepresidente del club, «es también una inversión inteligente». Cabría preguntarse si la pasión que puede leerse en los ojos de Bergmann puede expresarse verdaderamente en cifras o si no vale la pena ni siquiera intentarlo.

El piloto Lentz me devuelve a la realidad. Al volante de su Porsche 911 Carrera 4 de la serie 964 da una vuelta rápida sobre el asfalto mojado y anuncia satisfecho que el cuatro por cuatro clásico responde perfectamente al terreno resbaladizo. Sumergida en los asientos marrones de cuero escucho a Frank Sinatra cantando Moon River y me siento protegida. Pienso en el texto de la canción de la película Desayuno con diamantes, cierro los ojos y sueño que soy Audrey Hepburn. Sigo la mirada de Bogner y comienzo a comprender su entusiasmo por nuestra isla, que aúna la nada con infinitas montañas, musgo y millones de hierbas distintas. Para él es una sensación embriagante. Para mí un espejo que me muestra mi país natal desde otra perspectiva.

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Viaje de aventura: con el Porsche Macan hacia el tempestuoso norte de la isla en medio de magníficos colores.

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Baldvin Þór Ellertsson: «La cola de un nueveonce es la visión más bella que uno puede imaginar, el trasero más bonito de todos los automóviles que se han construido. Es fantástico que precisamente esta sea la visión que los otros conductores de Islandia alcanzan a tener de mi Porsche».

Viento en contra

Seguimos por Þingvallavegur, una carretera que atraviesa un parque nacional y que muchos consideran el trayecto más bello de la isla. La deslumbrante luz del sol ilumina el suelo húmedo y lanza destellos en el horizonte. Lentz da un poco más de gas, acelera el vehículo, y la familia Porsche le sigue siempre de cerca. Tenemos viento en contra, percibo la inmensidad del paisaje mientras circulamos por una banda desierta de asfalto que parece interminable. Sinatra en los oídos, y en el pelo el viento que entra por la ventanilla entreabierta. El verde de la naturaleza, el gris oscuro de la carretera, y en la cara un ligero hormigueo provocado por la gélida humedad. Miro el cuentakilómetros y descubro que ni siquiera hemos alcanzado la velocidad máxima permitida de 90 km/h – pero en un Porsche 911 la velocidad tampoco se mide únicamente en cifras. Lentz parece leer mis pensamientos y dice: «La conducción del 911 consiste en disfrutar de las curvas, no solo de la velocidad». Y la vida del club, ¿en qué consiste? El presidente se ríe: «Consiste en compartir el espíritu de Porsche».

Sopa en lugar de cabeza de cordero

Junto a un fiordo, del que de repente emerge un gigantesco vehículo anfibio, cambio de automóvil y subo al Porsche Macan S Diesel blanco de Petúr Haraldsson. En la carretera de Grafningsvegur admiro el paisaje, que incluso a mí, que soy de aquí, me parece espectacular: al fondo montañas volcánicas de color gris oscuro y negro, los helechos color mostaza al borde de la carretera ondean al viento, sobre nuestras cabezas vuelan bandadas de pájaros, y en el horizonte nos esperan pequeñas curvas cerradas y aún más montañas de todos los tonos grises y verdes imaginables. Arropado con una bufanda y un gorro, y con la chaqueta subida hasta las orejas, Bogner toma fotografías desde un viejo 911 Cabriolet.

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Berglind Jóhannsdóttir: «Por suerte mi marido es demasiado alto y no cabe en mi Cayman. Pero a menudo se lleva mi Cayenne sin preguntar. También a él le gusta la potencia de mis Porsches. Un conductor de Porsche sigue siendo algo que no se encuentra todos los días en Islandia. Es sorprendente cuántas personas me contemplan admiradas cuando me ven al volante de mi vehículo».

Pasamos por Grafningur, al sureste de la isla, y bordeamos el lago Úlfljótsvatn. El sol se alterna con la lluvia fina y el asfalto está lleno de charcos. A cada hora que pasa, los automóviles están más sucios, y la temperatura ha bajado considerablemente. Nos detenemos en un diminuto local cerca del lago y tomamos una sopa para calentarnos. La leyenda dice que a los islandeses nos gusta el arenque en escabeche o la cabeza de cordero cocida. Pero a mí me encanta la sopa, y a los otros también.

Media vuelta. Regreso a Reikiavik. El viaje finaliza esta noche para mí en la capital de la isla. En cambio, Lentz y sus amigos comenzarán una excursión de tres días por toda la isla, primero en dirección al tempestuoso norte. Todo al servicio de la fotografía. En las próximas tres noches se alojarán en tres ciudades diferentes de la isla: Akureyri, Egilsstaðir y Kirkjubæjarklaustur. En su viaje con el Porsche Macan producirán una serie de fotografías que destacarán la fuerza poética del paisaje islandés, y de vez en cuando también el juego de líneas del SUV de Porsche.

Texto Hrefna Gylfadóttir
Fotografía Stefan Bogner


Club Porsche de Islandia
La sede más septentrional del Club Porsche fue fundada en el año 2006 por Pétur Lentz y cuenta en la actualidad con más de 80 miembros. Su iniciador sigue siendo el presidente del club.

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Desafiando el clima: parte del Club Porsche de Islandia. En total son ya más de 80 miembros.