¡Valor!
Primavera de 1977: el nuevo supermodelo 928 convulsiona el mundo
El hombre no puede descubrir nuevos océanos a menos que tenga el coraje de perder de vista la costa». Esta cita proviene del escritor francés André Gide, premio Nobel de Literatura de 1947. Y a principios de los setenta esta frase se puede aplicar perfectamente al ambiente que reina en
Una decisión valiente teniendo en cuenta la tradición de motor trasero imperante en
Hoy en día esto parece totalmente normal, pero en aquel momento los parachoques suponen un auténtico quebradero de cabeza para los ingenieros, los diseñadores y el director de proyecto Gorissen. El problema no es solo la compleja fijación flexible, sino sobre todo la pintura. «Por aquel entonces no había ninguna pintura que fuera apta tanto para acero como para aluminio y poliuretano», recuerda Gorissen. «En cada superficie quedaba una tonalidad distinta de color». Esta pintura todavía estaba por inventar – y se da con ella antes de comenzar la producción en serie.
Mientras en Weissach se trabaja en infinidad de detalles para poder ganar un centímetro de espacio aquí o ahorrar un kilo de peso allá, los expertos del departamento de pruebas llevan hasta el límite físico los prototipos que van saliendo. La distribución de peso prácticamente ideal de 50:50 entre el eje delantero y el trasero, el motor V8 de gran volumen y el complejo chasis ya hacen presentir desde la concepción sobre el papel un comportamiento en conducción de primera clase. Pero entonces se hace patente que el 928 es mucho mejor. Gorissen recuerda un primer recorrido nocturno por la Selva Negra: «Era invierno y las carreteras estaban parcialmente heladas, la cosa no estaba fácil». Pero al finalizar la salida, los pilotos de pruebas se bajan relajados y satisfechos. «El vehículo se conducía mejor que el 911 de entonces».
Desde un principio está claro que el 928 era diferente y que sobre todo se situaba una categoría por encima: como turismo deportivo, el primer Gran
Con el 928 se tiene la sensación de deslizarse por encima de la calzada. El nivel de ruido es claramente inferior al del nueveonce con motor bóxer refrigerado por aire; el comportamiento en conducción resulta mucho más benévolo, y el confort a bordo, extraordinario. El sistema de aire acondicionado incluye la refrigeración de la guantera; el volante y el asiento del conductor se pueden regular en altura, y las posiciones de los pedales, del reposapiés y de la palanca de cambios se puede adaptar al conductor. El sistema lavacristales dispone de un depósito independiente con una bomba de dosificación adicional que rocía esporádicamente un detergente especial sobre el cristal para que no queden marcas. Finalmente, para el 928 se desarrolla un radiocasete
Durante su presentación en el Salón del Automóvil de Ginebra de 1977, el 928 es toda una sensación y causa gran entusiasmo entre el público. «Rudolf Leiding, ex presidente de Volkswagen, compró inmediatamente uno para su mujer», informa el semanario alemán Spiegel, que afirma que «ningún otro vehículo ha resultado tan decisivo para el ulterior desarrollo de
Pero como hoy, 40 años más tarde, sabemos, al final no sucede así, aunque en 1978 el
Lagaaij sigue admirando aun hoy el lenguaje formal del 928. En algún momento de la conversación sobre la elegante estética atemporal de este coche y sobre la coherencia de su concepto formula una frase que evoca la cita de André Gide: «El
Texto Sven Freese
Fotografía Christian Grund, Ty Milford
Andrew Phinney
Este hombre de 51 años de Connecticut, Estados Unidos, es el orgulloso propietario del primer
«Era un adolescente cuando sentado ante el televisor descubrí por primera vez un
Hans Clausecker
Experto en chasis nacido en 1940, en la fase tardía del desarrollo del
«Aproximadamente un año antes de que se presentara el 928 di con el equipo de pruebas. Entonces se trataba básicamente de probar distintos neumáticos de invierno en trayectos por Austria. Para las pruebas de manejo nos dirigíamos al Nürburgring o al circuito Contidrom, cerca de Hannover. Gracias a la idónea distribución de peso, el 928 se podía conducir con mucha más facilidad que el 911. A mí me parecía un coche extremadamente benévolo y lo apreciaba como turismo de gran confort. Mi colega Günter Steckkönig y yo veíamos en este automóvil un vehículo ideal para el Campeonato Europeo de
Hans-Georg Kasten
En 1970 Kasten, que tenía entonces 23 años, empezó a trabajar para
«En agosto de 1970 empecé en